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Malagueñas, Granaínas, Taranto, Jaberas, Bulerías y Alboreá Flamenco

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Malagueñas, Granaínas, Taranto, Jaberas, Bulerías y Alboreá Flamenco

Saber más sobre los palos flamencos.

Hace poco estuvimos hablando de algunos de los palos flamencos más representados hoy día y explicamos resumidamente los fandangos, las soleares, las segurillas y los tangos, haciendo mención también a sus derivados genéricos. Pues bien, en este artículo tomaremos el tiempo de conocer estos derivados mencionados anteriormente.


Has leído el articulo sobre los palos flamenco parte I?



Comencemos por el grupo de los fandangos hablando de las malagueñas, que como bien dice su nombre proceden de Málaga y que a diferencia del fandango su toque es más lento y sostenido. Desde el punto de vista musical, es un cante que no se ajusta al compás y en el marco flamenco y a estos se les llama libres (a voluntad del intérprete). Aunque este no tiene baile propio sí que tiene un gran registro melódico y el cantaor alarga los tercios a su voluntad, unas veces lo adelanta y otras lo atrasa (ad líbitum). Su copla está formada por cuatro o cinco versos octosílabos que suelen convertirse en seis al repetirse el primero y/o el tercero. Los tercios son cada uno de los versos melódicos, como ocurre con todos los cantes de las provincias orientales, con lo cual las malagueñas están compuestas por seis tercios de los que uno o dos son una repetición. Estos versos suelen hablar de tragedia o lo que es más común, de temas relacionados con los barrios, monumentos y localidades de Málaga.

Malagueñas


Veamos ahora las características de las granaínas, que suele incluirse también en los estilos malagueños, aunque deriva de los fandangos de Granada dónde se desarrolló y se popularizó a finales del siglo XlX. De la granaína existen dos variantes, la granaína y la media granaína, y aunque hay mucha controversia en cuanto a las diferencias entre una y otra, ambas tienen la misma línea melódica. Se indica que en la media granaína los tercios se acortan y se interpretan temas más personales, mientras que en la granaína los tercios se prolongan y las letras están relacionadas con Granada. Esta se canta sobre una letra con cinco versos octosílabos repitiéndose uno de los primeros y las letras suelen hablar su hermosa tierra o del amor.

Granada (Alhambra)


El taranto, otro derivado de los fandangos y descendiente de la taranta (que se distinguen por su libre compás) a diferencia de las malagueñas o las granaínas, es originario de Almería, más concretamente de las zonas mineras, perteneciendo así a los estilos de cante de levante. Cuenta también con influencias de Murcia (debido a su proximidad geográfica y su actividad minera) y de otras zonas de Andalucía como Jaén, Linares y La Carolina, y esto se debe al vínculo del ferrocarril minero Almería – Linares. Su evolución tuvo lugar entre el siglo XIX y el XX en los Cafés Cantantes donde comenzaron a formar parte de los repertorios de los espectáculos flamencos. Su compás es binario, y esto lo diferencia de del resto de cantes de levante o cantes mineros, siendo uno de los cantes más sencillos y primitivos y con un estilo de baile sobrio. Sus temas hablan sobre el amor o sobre el día a día de los trabajadores mineros representados en coplas de cuatro o cinco versos octosílabos. Normalmente los cantaores suelen finalizarlos con un remate brusco e incluso con una especie de ”quejío” (¡aaay queee!).

EMILIO BEAUCHY, Café cantante, hacia 1885


Para finalizar el grupo de los fandangos, explicaremos un poco las jaberas, aunque hay que destacar que, aunque no haremos hincapié, dentro de este grupo también encontraríamos, rondeñas, verdiales y cante de las jaberas (dentro de los estilos de Málaga) y levantica, cartagenera, mineras y murcianas (cantes de levante). Dentro de los cantes de Málaga, la jabera se considera como uno de los más antiguos y hay varias teorías sobre su origen (como suele pasar con muchos datos históricos del flamenco). Una de ellas es que proviene de una señora que vendía habas en su puestecito y cantaba abandolaos que no eran malagueñas ni verdiales, sino que eran diferentes. Otra de las teorías hace referencia a el resultado de la deformación fonética Jábega que hacía referencia al mar y a la pesca y por último, para algunos lingüistas la palabra jabera podría proceder del término árabe axabeba (ajabeba) que significa flauta. Lo que sabemos seguro es que sus estrofas se interpretan en compas de ¾, con cuatro o cinco versos octosílabos repitiéndose uno o dos para formar los seis tercios de los que se componen y con letras que recuerdan en su contenido a los fandangos.

Jabegote y Jabera


Veamos ahora, dentro del grupo genérico de las soleares, la caña y el polo, este último con referencias más antiguas pero siendo los dos “troncos primitivos del cante andaluz en el árbol genealógico”. Para diferenciarlos podríamos decir que la caña (con sonido semejante a la soleá) hace los primeros “ayes” tras el temple y en cambio el polo, cruce entre la caña y la rondeña, cantan los primeros tercios antes de las melismas o (grupos de cinco o seis ayes), también llamados “pasiellos”. Por eso la estructura de uno al otro varía (el compás sigue siendo el mismo que el de la soleá) y además se cantan en diferente tonalidad. Ambos estilos tuvieron mucha importancia en los Cafés Cantantes aunque hoy en día suele bailarse más la caña que el polo.


Las bulerías, palo del flamenco más típico de Jerez (aunque existen numerosas variantes en Utrera, Cádiz, Lebrija o Málaga), y considerado uno de los mas festeros, se cree que pueden ser una continuidad de los jaleos que fueron los que aportaron su rápida musicalidad o que nacieron como un remate de la soleá. Aunque en un principio era un cante para el baile, con el paso del tiempo cada vez mas cantaores las han ido interpretando e utilizando para sus grabaciones, de ahí que hoy sea un palo tan reconocido en el flamenco hoy día. En sus letras, por lo general formadas por cuatro versos que se dividen en dos tercios, predominan la tercerilla (estrofa de tres versos) octosilábica donde la gracia y la fiesta suele ser la temática. Su nombre, bulerías, podría tener du procedencia etimológica en palabras como burlería (burla), burlería (bulla), engañador (bulero) o fullería (fulero). Su carácter festero y bullicioso ha hecho que este sea un palo indispensable en las juergas flamencas y espectáculos.

Bulerías, Carmen Amaya, 1961


Por último, hablaremos un poco sobre la alboreá, basada históricamente en los cantes que se cantaban en las bodas gitanas (de ahí sus letras relacionadas con estos acontecimientos) y con procedencia etimológica en la palabra alborada (al alba) que era el momento del día en el que se celebraban las ceremonias. De hecho existe la creencia para la mayoría de cantaores gitanos de que este tipo de cante solo debería emplearse para estos eventos y no cantarse en otros momentos. Sus letras suelen tener 4 versos de 7 silabas y un estribillo de tres versos haciendo mención en estas a la prueba del pañuelo que constataba la virginidad de la novia.

Boda gitana en Algeciras


Me faltaría por explicar, dentro del grupo genérico de las soleares, las cantiñas, que también cuenta con un “subgrupo” que acoge las alegrías, romeras, mirabrás y caracoles, pero lo dejaremos para el próximo artículo, en el que hablaremos también de los derivados de los dos grandes géneros que faltan, las seguiriyas y los tangos.

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